viernes, 8 de junio de 2012

NI UNA ROSA MÁS

Parecía una muerte más. Una de esas muertes que a los colombianos ni nos inmutan o ignoramos. Parecía otro lugar común en un país de lugares comunes. Parecía, pero no fue así. La barbaridad y frialdad con la que se cometió este crimen cruzó los límites de lo "común" y desató un sin número de protestas por parte de toda la población nacional. 

El jueves 24 de mayo, en el Parque Nacional de Bogotá, Rosa Elvira Cely, una vendedora de dulces que estudiaba para salir adelante, fue atacada brutalmente por uno de sus compañeros de curso y tras permanecer varios días en cuidados intensivos, falleció.  Javier Velasco, compañero de estudio de Cely, fue el responsable de los golpes y mortales lesiones que acabaron con la vida de esta mujer. 

La indignación ciudadana no se hizo esperar y a través de las redes sociales (Facebook y Twitter) una campaña de rechazo se organizó ante este escalofriante hecho. Las autoridades se manifestaron, tarde como suele suceder, a cubrir con paños de agua tibia las heridas que llevan levantadas muchos años. Colombia conoció el caso, las llamadas de angustia de Rosa Elvira, la falta de atención por parte del personal médico, pero sobre todo, las deficiencias de nuestro sistema jurídico, ese que por "problemas mentales" dejó en libertad años atrás a Velasco tras asesinar a otra mujer.

¿Cuántos crímenes deben quedar en la impunidad para que nuestro Gobierno reaccione? ¿Cuántos niños y mujeres inocentes deben salir afectados por la maldad de los demás? ¿Cuántas Rosa Elvira deben violentar para que el pueblo diga "Ni una más"? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario